Camino entre las ruinas bien construidas
de una ciudad suicida
y no me siento parte.
hay cáncer ent odo esto
y yo me siento aparte.
Es de noche. No hay ruido.
La muerte ya no existe.
Todavía hay un cielo.
Camino entre las ruinas bien construidas
de una ciudad suicida
y no me siento parte.
hay cáncer ent odo esto
y yo me siento aparte.
Es de noche. No hay ruido.
La muerte ya no existe.
Todavía hay un cielo.
Luna,
laja de aroma.
Ombligo inquieto,
inquietante.
Juguete que no acaba de caer en mis manos.
Luna,
hoja martirizada por hormigas de cal.
Mi dolor está tapando tu luz,
silenciando tu voz de quietud.
Cierta vez quise cortarte para Ella, luna,
colocarte entre sus labios o su pelo,
pero sólo la hubieras convertido en paisaje,
en rupestre arte rupestre.
Yo tenía un dolor
Mudó a costumbre
Suele cerrar la puerta a cualquier hora
Juguetea con las canas de la Luna
Hace caer palabras de los árboles
Provoca estruendos en donde solo hay besos
Me lanza desnudo al mundo bajo los agüaceros
Me da de comer del pan que me ha robado
Me besa en la mejilla y jamás dice adiós
De tanto estar conmigo
se me hizo maestro
Qué pena más profunda
que muera como yo
Qué escalofriante el infierno del que ama
Macabra
su noble efervescencia de condenado
Enfila alegremente hacia el suplicio
Entrega el corazón lleno de alas
Sus ojos se extraviaron para siempre
contemplando la belleza
de un paraíso
tan solo prometido
Este día me levanté desmesuradamente tarde
Miré mis manos
Indagué mi esqueleto
El horizonte no tenía sentido
El sol tostaba los techos de las casas
En la calle
ni los perros ni los panaderos quisieron relatarme
la manera en que murió el amanece
Casi pierdo los ojos
al mirarte desnuda
Y casi los pierdo definitivamente
cuando dejé de verte
De berdad nunca importó tu mala ortografía
Si supieras cuánta compañía me hacen tus palabras
Aunque estén detenidas, aunque digan
cada bez menos cosas
Cuánta ternura cosechan
aunque no biba ni una tan sóla v
en ellas
haunque hayan haches que huyendo de la horca
se hayan hincrustado a la horilla de hun hadjetibo
Lo himportante es que no te detubiste
a pensar en los herrores
y eso no les quitó el rostro ni el llanto ni el fuego
a tus palabras.
a Roberto Armijo
El poeta en la noche eternamente extranjera
irrumpe con su lámpara de serena amargura
Sonríe a los mendigos
Sonríe a los murciélagos
Sonríe al millonario que casi lo atropella
Su lámpara se aviva
pero nadie la escucha
enterré mi testamento en tu vientre
ante la incertidumbre de los murciélagos
que no captaron la transfusión de palpitares
(cuando exhalabas mis huesos
el Universo
se hizo miles de versos
y viceversa)
con un chorro de sangre y de viento
toqué tu frente de barro
para iniciar el ritual
de la melodía
luego
buscamos la llamita verde
de todos los orígenes
e hicimos la luz
y no tu boca
porque así puedo adivinar las historias
que un beso desdibuja
Qué suerte
porque tapa tus nalgas
pero deja al descubierto tu mirada
Qué suerte
porque sus cerraduras no detienen al viento:
lo que tu falda prohibe lo inventa mi deseo
Qué suerte que tu falda
sólo tapa tu cuerpo sólo ciñe tu talle
sólo insiste en misterios
Qué suerte que tu falda
no te tape de mí.
Amonestan al hombre
que en harapos
busca a Dios en un bote de basura
¿Qué si en ningún corazón tuvo tal suerte?
¿Qué
si a los niños vio muertos en la calle?
¿Acaso usted, lector, puede ayudarle?
a Dalia, por salvarme con una manotazo de poesía.
¿Acaso se puede vivir con las gavetas vaciadas, el pelo revuelto,
la sombra marchita?
Soy un perro
poseo únicamente mi dolor
y todas las calles de la tierra
No ladro
Unicamente muerdo
No tengo pulgas no ardo en jiote el moquillo
no podrá acabar con mis días
Soy la muerte y no necesito de disfraces
No orino las paredes:
Orino el dinero de la gente
Las costumbres de la gente
Las máscaras de la gente
¿Acaso se puede morir cuando se es dueño
de un planeta entero?
Tomo la sal entre mis dedos y siento enjambres de hombres remontar parajes asesinos
atravesar oceános de infinitas incertidumbres
La sal
con toda su blancura
no pronuncia la sangre vertida tras su aroma de mar
nunca invoca la paz
muy al contrario
se devela mortaja sobre el cabello de las santas mujeres
La sal es cruel
Esther lo sabe en lo que aún le queda de corazón
pero carece de un retrato
que la haga imaginable a los sentidos
Es de la estatura de la palabra hermano
cuando la lluvia se techa de prodigios
Su seno izquierdo es una luna que renegó del cielo
y el cielo es su otro seno
No tiene nombre fijo:
A veces es torrente
a veces libertad
a veces huella
Es tan cristiana que ama a un pobre ateo
Un secreto acecha su cintura
Sus pantalones no la dejan salir
a pervertir su desnudez en mis harapos
No sabe de qué lado gotea la poesía
pero acaricia un espejismo que de sus brazos
se desliza frutoso entre sus piernas
Si alguien la encuentra no será viva o muerta
Si alguien la encuentra no obtendrá recompensa
Si alguien la encuentra ojalá y que la pierda
Es que era un pequeño paraíso
donde reía el maíz y cantaban los arriates
donde había una cueva estelar de adobe y albahaca
donde llorábamos al mirarnos desnudos
brillando con los salpiquetes de luz
con que nos enluzaba la luna
donde la puerta hacía crac y caía
y tú decías te amo y me caía
y nos amábamos y el cielo
se caía.
para Matilde Elena López,
como un asunto del corazón.
Hoy quisiera recuperar el tiempo perdido:
años, meses, años,
días y momentos.
De haber culminado con éxito mi fuga del hogar
cuando a los once me emboscaron hormonas y edenes
mi nombre hubiera quedado apretujado en listados mugrosos de policías sin escrúpulos ni madre
y el sinuoso Beethoven hubiera perdido un amante para sus sonatas
No hubiera tenido hijos:
me los hubiera comido.
Te devuelvo los pájaros del pecho
te devuelvo tus cartas (sin palabras)
te devuelvo los pies sobre la tierra
te devuelvo tus sílabas secretas
te devuelvo las llaves de mi sueño
te devuelvo el placer que bautizaste
te devuelvo lo que me fió tu vientre
te devuelvo el sudor del cubrecama
te devuelvo el olor de los jazmines
te devuelvo el zapato que tiraste
Devolveme la calma
Cierro el tema de tu falta de existencia.
Abro, en cambio, los libros, la tarde, las piernas
de tu mejor amiga. No acepto adjetivos para esto.
Simplemente me voy quedando solo, lo que me rodea lo hace
con el claro propósito de abandonarme, de asfixiarme
con mi propia sangre, de llevarse mi aire, mis besos, mi piel
y mis cordales lo más triste posible de donde yo navego, de
donde
vos amás, de donde ya no soy más que el miserable
que lo haperdido todo para poder sentarse
en un ladrillo lleno de musgo a escribir tu nombre
que maldigo, a dibujar
tu cuerpo que con rabia deseo.
Voy a prenderme de sus maldiciones
Necesito tocarle
hacer de este huracán semilla o sangre
emprender los caminos de regreso
hasta la incierta estación
de su cuerpo de espiga diseminando desnudeces
Traerla a este pecho que orinó las banderas de la pureza
Frotarla a este penacho donde escribe la tierra
sus condenas
su ojo en jabalí su milagro floreciendo en la miseria
su champa de placer la lava destructora de fronteras
Acercarla al temblor de mis hogueras
que me estreche esta piel hecha zarzales
Herime Cobijame
Este amor va gritando lunas mustias
y la muerte ronda el cenit de mis hambres
Amar es coincidir
Bajar del autobús y que la lluvia
salude con tu aroma
Buscar medicamentos
y encontrar el botiquín
repleto con tus versos
Tomar un verso, un beso.
Eso acaricia
Y sana
El desamor es no dar chance a la quietud
Es no coincidir
en que el amor es tan sólo
un sueño
Nascencia en el paisaje igual a siempre y olvidado siempre,
Incierto, de cenizas amarillas y dulces,
Idéntico a sí mismo desde hace quién sabe cuántos vagos y ardorosos milenios,
Ecuación desmedida en el preciso instante en que el grito y la sangre se confunden,
Allá
Cuando mi madre era más bella entonces
Que todos los huertos frutecidos en el sueño con hambre de los hombres.
a Nohemy
Sólo por tu poesía
nací de nuevo en cada guitarra
sólo por tu magia encontré
gorriones de ternura
en los pétalos del día
sólo por tu amor olvidé
un mapa de dolor instalado en el pecho
Soy otro duende
inventando con los pájaros de tu alegría
una canción silvestre
parecida a las milpas de mi tierra
Soy también
el hombre embriagado de futuro
entre raíces y miel
Lo escribo con el calendario de los árboles
y con los pasos de salvajes inocencias
y con un canto primigenio hecho de semillas y miel
Tiene hojas donde un río cabalga mis andares
y ortografías inventadas en la palabra amor
Tiene entierros madurando nuevos sueños
y lluvias que reclinan en mi sangre sus ventanas
Inconcluso de silencios risas y luciérnagas
lo abro a la vida y de la cintura de los días
nacen versos como pájaros
A Jorge ?El Cusho?
Ante nuestro golpeante ciclón
era urgente
abrir las ventanas de lo intrépido
y tatuar con todas los caminos ese sol
en la piel de la patria
Ellos bajo tierra
seguirán creciendo
en el idioma del mar depositando sus besos en la arena
en el aleteo de los días viviendo desde alguna mochila
en los árboles que desde las raíces van a la vida
“Al pueblo lo que es del César”
Alí Primera
Sal a Lacalle
cámbiate la mirada
ojalá descubras al pueblo
(¡éste que no es el tuyo!)
??Siempre habrá una muchacha
que consuele una frente pensativa??
Roberto Armijo
Yo no sé si tu camino
viene hasta mí
para unir geografías de montaña y mar
Yo no sé si tu sueño
asciende hacia la misma estrella
para volver invictos bajo cualquier invierno
Yo no sé si tu amor
será otro río
para esta sed unánime de eternos caminantes
Yo nada más sé de tu palabrabrigo
y de tu presencia vigorosa de semilla
y de tu canto al borde del amanecer
y de tu oleaje tierra adentro del pecho
prolongado para siempre en mis venas y versos
Tierra mía: es hora de quitarse la capa nocturna
y dejar que el alba crezca
en todas las ventanas
en todas las guitarras
en toda la alegría de los niños
que ascienda invicta
como flor de izote
y deposite en el aire su más puro beso
que emerja
como la espuma del mar
y cabalgue el oleaje de los enamorados
que vuele horizontal
como la espiga
y descubra la canción alegre del maíz
que para siempre habita el hombre
y su corazón por repartir
que en tu blancura sólo haya un mapa de miel
dibujado a golpe de palabras
por todos los poetas
Llegaron del mar y se descubrieron
Cierta vez el mar de la noche entró a mi cuarto
Desde entonces mis sueños se llenan de estrellas
Decido
No volver a llorar
Pues ya no puedo.
Propongo
No volver a reír
Pues no me sirve
Deploro
No poder ya gritar
Pues no hay oídos.
Lamento
No llegar a morir
Porque estoy muerto.
Ha soltado sus flores el cedro de enfrente.
Son flores muy duras y oscuras
Como la suerte de mi país.
Y no tienen aroma.
Como si prefirieran reservar su fragancia
Para tiempos mejores.
Unas caen en los patios de las casas;
Otras, en los tejados, en los aleros.
En aquel tiempo el Galileo entraba en su burro
A la historia de los grandes pensadores,
Mientras Calígula pensaba convertir a su corcel en Cónsul.
Después el pensamiento anduvo sobre ruedas,
Llevándose de encuentro a otros cristos,
A las brujas inventoras de kábalas y sortilegios contra malos pensamientos,
A los descubridores de la fórmula libertad, igualdad y fraternidad,
A los independentistas que no pensaron en que el tiro les iba a salir por la culata,
A los seguidores del Tío Carlos
Y a tantos otros que pensaban que la luna no era queso
Ni la dignidad un estropajo para mantener botas pulidas.
La gente se detiene a ver
Televisores en los escaparates
A comprar golosinas
O a matar el tiempo
Mientras los oradores
Desde el monumento a la libertad
Se esfuerzan en explicar
Los problemas nacionales.
Después la gente va a sus casas
A comer y a comentar
Lo que se puede hacer
Con los problemas nacionales
Mientras en las suyas
Los oradores se apoltronan
Frente a sus televisores
Satisfechos de la jornada.
I
Marcia,
Te digo,
Que tenemos diez años de amarnos
Y ver la mesa en el hogar
Servida;
Que muchos
Por no tener mesa
Han perdido la fe en el amor…
(Parque Cuscatlán, 1967)
II
Marcia, te digo:
Tú jamás entenderás
Por qué comparto el corazón entre Marcia
Y los demás
Que nadie llama a compartir…
(Bajo el monumento a la Revolución, 1966)
III
A veces parezco un viejo perro enfermo.
I
Cuesta mucho esta forma de instalarse.
Parecemos bandidos de TV
Que deben cuidarse de la policía.
Dentro de unos años,
Cuando mis confesiones sean leídas públicamente
En las Academias Naturalistas,
Nadie querrá creer lo que luchamos por incendiar
Estos momentos.
Cuando me maten
Todo seguirá igual:
Las calles con sus hormigas
Los árboles con sus troncos meados
Las aves con su pedrada en el costado
Los cafés con sus narcisos
Los postes con su propaganda
Los ríos con sus cadáveres
Los libros con su capa de polvo.
Te estoy hablando bajo, muy bajito,
Sin voz, como se le habla a los querubes.
Pero sé que me entiendes y que subes
Del fondo de mi sangre hasta mi grito.
¿Grito? ¿Por qué? Si mi dolor contrito
Se percibe sonriendo entre las nubes.
Si el Amor está en mí, ¿por qué la ausencia
Ronda mi corazón y lo alucina?
Y si lejos está, ¿por qué se obstina
En cegarme de luz con su presencia?
Igual que el vaso que perdió la esencia
Una angustia de sed me desatina.
Aquella tentación, aquel sendero
Abierto en cruz a la visión dorada,
Aquel trino de alondra en la alborada
Y aquel embrujo del primer lucero…
Hollar de rosas con el pie ligero,
Temblor lunar entre la fronda… En cada
Repliegue del enigma, tu mirada
Alumbrando los ojos del viajero.
Amor, no volverás… Sé que mañana,
Cuando torne otra vez la primavera,
Perdido el rumbo, la ilusión viajera
No atisbará tu signo en mi ventana.
Ni codicia del sol. Ni luz cercana…
Sordo el oído a la canción de afuera,
Mi alucinado corazón no espera
Tu beso amigo ni tu voz hermana.
El pan servido. ¿Y para quién adorno
la mesa dulce en el convite huraño?
Porfía de aguardar, año tras año,
el pan servido y la ceniza en torno.
Quemaronse las brasas en el horno
y el huésped sin venir: huésped extraño
presente y sin presencia.
Todo era azul en la primer salida
Azul la embarcación, azul el puerto.
El corazón, hacia la luz abierto,
Soñaba con la tierra prometida.
Y en el retorno, con pavor de huida,
Anclo en mi propia soledad y advierto
Que, tras de mí, se iluminó el desierto
Y que en la luz se me quemó la vida.
Luz que en la soledad madura el hielo.
Cauce de sed y curva que se inicia.
Imán de perfección, que alza y propicia
El faro inaccesible de mi anhelo.
No sé si, en mi holocausto, el goce es duelo,
Dardo que hiere o ala que acaricia…
¿Vértice de la luz?
Sobre la misma piedra, cuanto tú pases, Tiempo,
sin fin y sin principio,
sin forma ni color:
tiempo de mar y selva,
tiempo de espacio y nube,
tiempo de donde vine,
tiempo hacia donde voy…
sobre la misma piedra
donde tú me dejaste,
bajo un silencio claro te aguardará mi voz.
Mi mundo es irreal. Cumplo mi suerte.
Y soy uno de tantos tejedores
Que, por ir separando los colores,
La tela dura del dolor no advierte.
Débil acaso, pero acaso fuerte,
Le pido hilos de plata a los albores.
Alguien abrió con el mayor sigilo
mi puerta, de seguro mal cerrada.
Le vio, sin forma apenas, mi almohada,
el paso muelle y la palabra en vilo.
No, no era nadie que buscara asilo
ni que quisiera demandarme nada.
Al caer de la luz, mínima y quieta,
Repaso mi dolor. Y alzo mi vida
Lo mismo que una página leída
Cuya frase final no se concreta.
El ritmo en fuga, la canción inquieta
??voces de ayer y hoy niebla desvaída??
¿Dónde está el Ángel
Que habitaba en mí?
Sonrisa inocente,
Escuálida delgadez,
Jugando sin censura
Entre sábanas y almohadas
A ser capitán.
Manos intentando
Tocar la torre de marfil,
Ombligo de la tierra,
Fuego de mi sangre.
(A Silvia Elena Regalado)
Misterio de piel,
Flor sin nombre,
Oruga de fuego,
Vértigo de voces.
Un ángel peinándose a oscuras,
Con ese punto de luz que habita
En silencio las miradas.
Las sábanas de sus alas
Y el galope lento de su amor,
No revelan secretos, ni caprichos.