SU MEMORIA A ROSA

¿Está bien un ángel en el mundo?
Shakespeare

Blanca Rosa inmaculada,
que con blanca luz bañó
inocente una alborada;
blanca Rosa perfumada
con el aliento de Dios:

tú, la tímida azucena,
tú, la del carmen encanto
que meció el aura serena,
y nunca empañó la pena
con una gota de llanto:

tú, el éter que en un momento
dejó el brillante cristal;
pluma que en alas del viento
subió al azul firmamento
para no volver jamás:

tú, que la tierra temida
apenas, Virgen, rozaste,
y por genios suspendida
de cándida luz vestida
a otra región te elevaste:

tú, que en vaporosas salas
gozas de un mundo mejor,
ángel de brillantes galas
cuyas blanquísimas alas
nunca este mundo enlodó;

tú, a quien del velo de esposa
formó la muerte el sudario
que cubre tu faz preciosa,
y del tálamo de rosa
un túmulo funerario:

tú, que volviste la espalda
a los placeres de aquí;
tú, que la nupcial guirnalda,
la dejaste por la gualda
del Edén, digno de ti:

tú, que en esfera infinita,
hija de la luz y el cielo,
tienes tu historia bendita
por mano de Dios escrita
sobre el estrellado velo:

tú, que sintiendo emociones,
que yo de pintar prescindo,
habitas altas regiones,
y entre nubes de crespones
eres el ángel más lindo:

tú, que en beatitud tranquila
a Dios contemplando estás,
y de Dios en la pupila,
como en mar de luz, vacila
dibujada, ángel, tu faz;

tu faz donde se atesora,
el brillo de las estrellas:
plega tus alas ahora
que mi razón se evapora
queriendo seguir tus huellas;

Y si puedes el acento
que parte del corazón
escuchar desde ese asiento
que tiene por pavimento
el rostro regio del sol;

deja la órbita estrellada,
baja, y verás de Gabriel
la faz de llanto surcada,
que si en la tumba eres nada,
eres todo para él.

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SU RECUERDO

Bajo el ciprés doliente que vigila
de tus restos la tumba funeraria,
quiero elevar mi férvida plegaria
al trono del Señor.

Fue tu cuerpo clavel que al rayo ardiente
del sol, desplega el rojo terciopelo,
y marchito después por cano hielo
se dobla sin color.

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TODO SE PAGA

Pagó Satán su avilantez maldita;
Eva pagó su falta de recato;
pagó Caín su negro asesinato,
y su lascivia el torpe sodomita.

Pagó su orgullo Cora el israelita,
su locura fatal pagó Erostrato;
pagó su iníamiai el Iscariote ingrato,
y su deicidio la nación precita.

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TU MIRADA

Si es linda la blanca luna
de luceros tachonada,
que se espeja en la laguna
desde el éter reclinada,
es más linda tu mirada.

Si es lindo ver, con donaire,
gasa de luz delicada
remecida por el aire
en la cortina azulada,
es más linda tu mirada.

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TUS OJOS

Ni la luz refulgente de la aurora,
cuando rasga del cielo la cortina,
ni los rayos de fuego con que dora
el ígneo sol la corpulenta encina,
pueden brillar, mujer fascinadora;
que todo tu mirada lo domina,
y a la aurora y al sol les causa enojos
la luz fulgente de tus lindos ojos.

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UN ÁNGEL CAÍDO

Bella y feliz, señora respetada,
fuiste en áureo salón reina preciosa;
mas te dejó la suerte caprichosa
sin hijos, sin honor, sin fe, sin nada.

Por quemante despecho arrebatada
hoy que vives en crápula estruendosa,
eres más que el cinismo escandalosa,
y más que la desgracia, desgraciada.

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UN ÁNGEL

Gentil, preciosa, de crespón cubierta
ángel-mujer, sublime, sin defecto,
entróse a un casuquín de sucio aspecto
a la vez que de allí salió una tuerta:

y yo, sintiendo la ilusión despierta
al blando impulso de inocente afecto,
quise saber quién era, y al efecto,
pregunté a la mujer que vi a su puerta:

«¿Quién es el ángel divinal, muchacha,
que entró a esa casa cuando tú salías?»
Y la tuerta, soez y vivaracha,

dijo riendo ante las barbas mías:
«Qué ángel ha de ser, ni quiojo diacha,
si es Nicanora la den cá Matías»*.

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UN EMBUSTERO

«¡Oíd!»—gritaba un charlatán osado,
ante inmenso auditorio de babiecas
que en derredor bullía,
y escuchaba extasiado,
como el concurso aquel de las Batuecas,
o como escucha a veces
el pueblo rey en alta galería
del onogro conscrito las sandeces.

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UN PRODIGIO

En ruin lugarejo bien lejano,
Homobono los títeres movía,
y a un muñequillo con primor hacía
tejer piruetas y cantar. No en vano;

porque el público, en títeres profano,
entusiasta, frenético aplaudía;
y el alcalde creyendo brujería
tal cosa, dijo al titerero: ¡hermano,

posible es que ese mono que me encanta
baile y accione, mas cantar en tono
es un prodigio que en verdad espanta!

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UNA VERDAD

Tranquilo el tonto en su moral penumbra
vive feliz, porque su fe palpita;
jamás la fiebre de saber le agita,
ni la falta de luz le apesadumbra.

El sabio con la gloria se deslumbra,
y entre la duda y el dolor medita;
porque el talento es lámpara maldita
que los horrores de la vida alumbra.

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VALLE DE GOCES

Es la gloria fantasma de colores;
la vida es un infierno pasajero;
la amistad, accidente del dinero,
el amor es un Gólgota entre flores.

La juventud es germen de dolores;
la vejez, una infancia sin babero;
la ciencia altiva del mortal, un cero;
los altares de Cristo, mostradores.

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VIRTUD Y CIENCIA

Virtud excelsa, tu perfume aspiro
en la voz de mi madre cariñosa,
y de mi sueño en el crespón te miro
tranquila sonreír, virgen preciosa.

De blanca veste y vaporosa falda,
fuente de inspiración, rico tesoro;
flor que mece en varilla de esmeralda
hojas de nácar y botón de oro.

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YO (Soneto)

Me hizo nacer la suerte maldecida,
de sombra y luz conjunto inexplicable;
que oculta en mi corteza despreciable
arde un alma grandiosa y descreída.

Llevo en mi frente, do la audacia anida
un mundo de ilusiones impalpable;
soy, en fin, un misterio impenetrable,
que me agito en el sueño de la vida.

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Adiestramiento

La voz de aquellos que asumen la noche,
marinería de labios oscuros;
la voz de aquellos cuyas palabras corresponden a esa luz donde el amanecer levanta
la primera imagen vencida de la noche.

Ahora cuando la memoria es una calle de mercaderes y héroes muertos,
cuando la noche corta espigas en los cabellos de la joven difunta,
y en las playas el mar se arranca sus dolorosas historias para encender las manos
de las mujeres de los marinos muertos.

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Basta cerrar los labios

Basta morir como una lámpara desde la madrugada,
como el rescoldo de una brisa tersa;
para morir, para suministrarnos
la mano venidera del olvido;
basta decirle no al día de mañana,
basta ensayar los labios en un rumor de cera,
basta beber un vaso de agua
donde yazga el recuerdo de un ahogado.

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Batman

Recomenzando siempre el mismo discurso,
el escurrimiento sesgado del discurso, el lenguaje para distraer al silencio;
la persecución, la prosecución y el desenlace esperado por todos.
Aguardando siempre la misma señal,
el aviso del amor, de peligro, de como quieran llamarle.

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Blues

No era necesaria una nueva acometida de la soledad
para que lo supiera.
Navegaba la mar por un rumbo desconocido para mis manos.
Donde el amor moró y tuvo reino
queda ya sólo un muro que avasalla la hierba.
Queda una hoja de papel no en blanco
donde está anocheciendo.

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Ejecuciones (III)

Alguien dice algo que sólo puede escuchar a través de sí mismo.
Alguien apaga la luz de esa habitación vacía pero antes de cerrar la puerta vuelve a encenderla al alejarse por el pasillo,
mirando en el umbral de los días que vienen cama revuelta, papeles y libros sobre la mesa.

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el ahogado

un gancho de hierro
y se jala,
su expansión lo desmiente al subir
el agua que lo chorrea
lo
mueve
de
los
hilos
de su salida al escenario

en el muelle los curiosos
miraban ese bulto
donde los ojos de todos esperaban
el pasadizo extraviado del cuerpo

gota a gota el cuerpo caía
en el charco de Dios,
alguien pidió un gancho de hierro
para subirlo,
cuidado —dijo uno de los curiosos —
la marea lo está metiendo debajo
del muelle,
un gancho de hierro
había que sujetarlo con un gancho
había que decirle algo con un gancho
mientras el sucio bulto
flotante
caía
gota
por
gota
desde la altura donde lo desaparecido
iba a despeñar una piedra sobre nosotros.

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El azar de las perforaciones

Puse las manos donde mis guantes querían,
puse el rostro donde mi antifaz podía revelármelo;
mi única hazaña ha sido no ser verdadero, mentir con la conciencia de que digo la verdad,
mirar sin aspavientos mi existencia, desfigurada por lo que la hace vivir,
rodeada por lo que tiene de centro, de membrana interior.

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El deseo concluido

Las imágenes que emergen de tu cuerpo desembocan en esta noche que no eres tú ni soy yo quienes conversan en el cuarto de al lado y a quienes escucho completamente solo.
Concibiendo esta noche como algo inmóvil, bien podríamos ser tú y yo los que están al otro lado,
tu voz es un receptáculo indeterminado que no ha terminado nunca,
aunque en última instancia este espacio nos haya suprimido juntos y estemos allá hablando, esperándote yo rendido en la cama tibia
mientras tú regresas del baño quejándote del frío.

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El otoño recorre las islas

A veces tu ausencia forma parte de mi mirada,
mis manos contienen la lejanía de las tuyas
y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti.

A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición que no merecías,
a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,
mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón y un movimiento de la noche.

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Épica

Me duele esta ciudad,
me duele esta ciudad cuyo progreso se me viene encima
como un muerto invencible,
como las espaldas de la eternidad dormida sobre cada una de mis preguntas.
Me duelen todos ustedes que tienen por hombro izquierdo una lágrima,
ese llanto es una aventura fatigada,
una mala razón para exhibir las mejillas.

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Esta noche yo te siento apoyada en la luz

Esta noche yo te siento apoyada en la luz de mi lámpara,
yo te siento acodada en mi corazón;
un ligero temblor del lado de la noche,
un silencio traído sin esfuerzo al despertar de los labios.

Siento tus ojos cerrados formando parte de esta luz;
yo sé que no duermes como no duermen los que se han perdido en el mar,
los que se hallan tendidos en un claro de la selva más profunda
sin buscar la estrella polar.

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La bella durmiente

Aunque vengas mañana
en tu ausencia de hoy perdí algún reino

Carlos Pellicer

Tal vez retornan aquellas imágenes,
abrimos la caja de cristal y tomamos nuestra antigua cabeza, nuestros
primeros espejos ocultos allí,
y acariciamos temblado los labios de esa boca, que parece
atrapada por aquel irresistible deseo de morder el infinito,
pasamos los dedos por el suelo de esa frente, por la apariencia de
las mejillas que se resisten a la revelación,
y ya para entonces, otra vez, nos hemos olvidado de la forma de
nuestra antigua cabeza,
del deseo de esta mano con que aún acariciamos,
hemos perdido para entonces la cuenta
de nuestras estrellas y de nuestras hormigas.

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Las reglas del juego

Cada uno debe entrar en su propio degüello, cada uno retocando su respiración, cultivando sus excepciones a la regla, sus moluscos solares,
haciendo sus abstinencias más inclementes y más diáfanas
porque la luz debe romperse allí, la eternidad debe dejar caer un guijarro en ese gemido.

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Memoria

He vuelto al sitio señalado, a tu rastro de aguas amargas;
el atardecer ha caído al fondo del mar como un pecho muerto
y una campana da la hora cubriéndome de espuma.

Vuelvo a ti,
el otoño y el grillo se unen en la victoria del polvo.

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Por el tiempo pasas

Por el tiempo pasas, lo cruzas, sales de él,
rozas la superficie de la muerte
y distraída sigues hacia donde no sé si sigues.

Eres tú la que cruzas el tiempo,
la que aparta a la muerte como si se tratara de una cortina,
la que se destapa el espejo como si se tratara de una lata de cerveza que luego te bebes y la arrojas vacía sobre el asfalto.

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Ritmo de viaje

Este cuerpo que yo acaricio lentamente extendiendo la noche,
este cuerpo donde yo he penetrado en mi propia distancia,
en mi sofocamiento de sombra.

Este vientre donde el amor abarca a la noche,
estos senos donde la luz altera los signos,
este cuerpo al que ahora me entrelazo, este cuerpo al que ahora me solicito.

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Ulises regresa

La frase que no hemos dicho,
cierta respiración de la boca en el apetito del sueño,
el silencio que comienza como una bandada de pájaros;
yo he depositado esa frase en el plato donde nos sirven la
cabeza del Bautista.

Estoy aquí después de extraviar mi mejor ofrecimiento,
aquí la escondida aptitud del metal con que los dioses antiguos
desnudaban la desgarradura del mundo,
el crimen como un acto fallido de amor,
la cicatriz invencible de la muerte, la vieja destreza de los labios
colectivos,
el llamado del mar, las señales del pájaro sepultado en su vuelo.

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Anciano en la playa

¿Dónde fue ese vigor tumultuoso?
¿Ese romper las olas con el pecho?
Y al mismo tiempo esa sutileza,
ese oler la hierba mojada
que tras de sí deja la tormenta,
antes incluso de que ésta llegue.
A ningún sitio, sino aquí,
a este cuerpo cuya respiración ansiosa
cada vez más se confunde con el viento.

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Don de Heráclito

Pero el agua recorre los cristales
musgosamente:
ignora que se altera
lejos del sueño todo lo existente.

Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire que es de fuego
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.

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El fuego

En la madera que se resuelve en chispa y llamarada
luego en silencio y humo que se pierde
miraste deshacerse con sigiloso estruendo tu vida
Y te preguntas si habrá dado calor
si conoció alguna de las formas del fuego
si llegó a a rder e iluminar con su llama
De otra manera todo habrá sido en vano
Humo y ceniza no serán perdonados
pues no pudieron contra la oscuridad
—tal leña que arde en una estancia desierta
o en una cueva que sólo habitan los muertos

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El silencio

La silenciosa noche. Aquí en el bosque
no distingo rumores, no, de ninguna especie.
Los gusanos trabajan.
Los pájaros de presa hacen lo suyo
(seguramente).
Pero no escucho nada.
Sólo el silencio que da miedo. Tan raro,
tan raro, tan escaso se ha vuelto en este mundo
que ya nadie se acuerda como suena,
ya nadie quiere
estar consigo mismo un instante.

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Horas altas

En esta hora fluvial
hoy no es ayer
y aún parece muy lejos la mañana

Hay un azoro múltiple
extrañeza
de estar aquí de ser
en un ahora tan feroz
que ni siquiera tiene fecha

¿Son las últimas horas de este ayer
o el instante en qeu se abre
otro mañana?

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Inmemorial

El misterioso día
se acaba con las cosas que no devuelve

Nunca nadie podrá reconstruir
lo que pasó ni siquiera en este
más cotidiano de los mansos días

Minuto enigma irrepetible

Quedará tal vez
una sombra una mancha en la pared
vagos vestigios de ceniza en el aire

Pues de otro modo qué condenación
nos ataría a la memora por siempre

Vueltas y vueltas en derredor de instantes vacíos

Despójate del día de hoy para seguir ignorando y viviendo

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La diosa blanca

Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.

Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.

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La materia deshecha

Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje
que lo perdido nombra y reconstruye.
Vuelve a tocar, palabra, el vasallaje
con tu propio fuego te destruye.

Regresa, pues, canción, hasta el paraje
en donde el tiempo acaba mientras fluye.
No hay monte o muro que su paso ataje:
lo perdurable, no el instante, huye.

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