Aire de siglos inundaba las avenidas populosas,
los altos campanarios, los árboles
inmortales de la infancia. Con el fresco de la hora
perfumaban los comercios, los puestos de fruta
y el pregón de los feriantes matutinos.
Bienaventurado
quien podía gozar de aquella mañana
con ojos transparentes.
Poemas argentinos
Tú, de pie, desnuda en la penumbra.
Tu espalda es el arco del conocimiento.
Desde la cama, observo y espero.
Cuando te vuelvas me dirás quién soy.
Sin otra luz que mi deseo.
No te engañes.
El de la foto
tan sonriente
ya era infeliz
(tú lo sabes,
bien que lo sabes).
Contémplalo ahí detrás,
público o comparsa,
borroso
incluso en primer plano.
Sonríe
aunque esté muerto.
El mar, pintado,
y la isla
que desaparece,
no del recuerdo
sino del instante.
Todas las mujeres que he imaginado tenían tu rostro.
Todas eran tú a su manera.
También yo era tú a mi manera.
Libérame del deseo.
Libérame del deseo
incumplido,
de su inútil carcoma,
de su vana miseria.
Pero al fin regresas.
O no te has ido.
O no me he ido.
El hecho es que estás.
Y yo no sé si estoy.
No entiendo
tu manera
de amarme,
amor
que amas
si huyes.
Ni aun
sabrás
que eras
la gracia
breve
y eterna.
La palabra es miedo,
metal, adiós,
cuerpo sin cuerpo,
y derrota.
Todo es abismo.
Charles Baudelaire
Alcemos la copa de nuestros pecados
dijo
la pasión es secreta.
Las ciudades encienden venerables canciones
para sus cuerpos obscenos de diosas funerarias.
Ocúltate en la luz
que estremece tu sombra.
Non c′è di dolcezza che possa
uguagliare la Morte.
Dino Campana
1
Alguien lloraba
en el Camposanto de Pisa.
Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos
guardaban la escoria de los vivos.
La cópula no es para mí
más vergonzosa que la muerte.
Walt Whitman
La silueta vuelve su contorno
al que emboscado atisba
las delicias de un cuerpo
de moral desnudo.
Animal saludable
en estado de gracia
¿dónde vive el pecado
sino en la distancia?
Sobre la vasta ausencia del mar
el vaivén de una larga retórica de barcas sin velas,
y el incesante viento que traza su círculo negro
alrededor de la bahía obediente.
Mientras, en ese instante
desde una ventana de hotel igual a tantas,
el animal doméstico de un hombre igual a tantos
recordará que navegar es necesario
y que desde la ventana todo es aburrido.
La hoja de papel donde escribo este poema
es una blanca mujer que me lee el pensamiento.
En su espalda desnuda el cuerpo que grabo
se convierte en pensamiento insensible.
Tan sólo un pequeño gesto
intentando ser.
Y, con todo, ese cuerpo es un lugar
donde nada muere:
tanto silencio resucitado
tanto tambor interior de palabras.
¡Madre!, despierta,
hay ratas sobre la pileta de la cocina
que se disputan el cuerpo ensangrentado del canario
que ayer se escapó de entre tus manos.
Madre, tu hijo quedó espantado
al encender la luz.
Ahora, su muerte es esta fascinación de acuario
que aún hoy no me deja dormir
y llena mi cuarto cada noche
de amarillo.
La muerte del viejo surrealista se logra con un trazo firme
seguro
una línea gruesa que la divide en formas grises
de sólidas filosofías cubistas
y lo desperdiga luego en cientos de hojas ocres
sobre los Santos Lugares su tierra pequeña
al lado del cielo siena de Saenz Peña.
“En el medio de la plaza
del pueblo de Pehuajó
hay un letrero que dice:
la puta que te parió…”
J.L.Borges
… te cuento que he ordenado calamar relleno
con arroz amarillo.
soy el amigo de la escritora
figuro en 2 de sus poemas
figuro mansamante
convivo con un telar pampeano en uno
con una ventana de madera inglesa
(y estoy a contraluz) en el otro
– todo bien, todo bien… –
… ella no sabe
que me hubiera gustado
el poder leerme
en ese otro, el que habla del perro muerto
el que le lamía en sueños, la entrepierna.
‘… Sé cebra hoy. Desnuda, una infinidad de rayas blancas
y vaga libre, en rayas negras, sobre el valle rojo de la cama’
– se lee que es así, como está comenzando este poema –
Y ‘entrecierro los ojos’
como dice que dice, más adelante, el capítulo ‘dos’… de tu novela.
Si hay algo que quisiera decir, antes de que la naturaleza me vuelva síntesis (trazos de carbonilla),
es que amo, profundamente, el olor de los cuerpos recién amados;
y la falta de orden en tu pelo y en tus gestos,
que quién sabe de qué alturas vienen bajando.
Quisiera que tu poema me llegara desde lejos, desde los campos.
Voceado por la gente.
En charlas de camioneros al costado de la ruta.
No quisiera jamás verte editado.
Ni que se molestaran por tus escritos en las radios.
entre el humo de los neumáticos se veía arder
helicoidal y pequeñito, al espíritu de nuestro beso
nro. 2, dado, sobre el puente duro; duro de los días
tentadísimo de hablar sobre tu palestina, tus ojos claros
pero no, el amor es una víbora sagrada y de oro
que en todo hueco caliente desaparece
en silencio / luego de haber dejado casi sin aliento,
al cuerpo exhausto
– el cuerpo social –
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qué cosas nos unían?
fue a levantar el martillo
y no pudo levantar el martillo
fue a clavar el clavo en la pared
y no pudo
no pudo con la ventana
por la que veía al mundo
abrirla
llévenle un té
a este dios de la ubicuidad
ahora
es un ángel oscuro que cae
– un reducido lugar –
alcáncenle los lentes
que lea las noticias
denle la sopa
el pan
el control remoto el sillón marrón
los años
tienen piedad para con los excesos
nos devuelven a la plaza pública
– el pensamiento simple –
– el maíz / la paloma –
……………………………………………….
La mujer de 20 la mujer de 26,
subida sobre las zarzas rojas.
La mujer de 40 (no la de 50)
empecinada, sobre el ajedrez líquido
que implica: el juego del balero.
La mujer de 35 (no la de 18)
fotografiada
sobre la vereda sin vereda de enfrente
soledad de la calle mínima:
canción.
las cartas de las que hablo son azules y son lacradas
se guardan en casilleros con llaves de hielo
y no les llega la humana inmisericordia
estas cartas íntimas, son prohibidas
están censuradas vedadas
a la vista poderosa del cuervo crítico
que devora todo aquello que no es blanco
– y solo porque él es tan… tan negro –
y la lluvia ácida de su orín
no borra las letras de oro de éstas cartas
nunca más
– dijo el cuervo, nunca más –
y tu nombre en ellas esta a resguardo
de la belleza tonta, recurrente
del que escribe sobre las olas del mar
de la gaviota idiota
de la belleza histérica de la mariposa kitsch
de la palmera centroamericana
del oh!
La fruta que en tu boca
se vuelve uva
y en tu entrepierna se vuelve alcohol
esas cosas bebo yo.
Hace una semana que están matando gente
y nosotros nos amamos.
‘…Es cuestión de tiempo’ dijo Costeau
y tenés tu mejilla derecha
apretada contra el espejo.
no se doblega el halcón frente a las llamas color petróleo de la noche,
dónde está… díganme: la rodilla del halcón?
dónde entonces, un halcón genuflexo? o cuándo?
y qué hacer con él si no vuela?
si acepta de buen grado arder en el cielo nocturno, por siempre?
… que pasa?
los trenes llegan a la estación Saenz Peña
baja el viajero del maletín de cuero.
No dice nada.
Herminia, baja del cerro
con su majada blanca
llega a las casas,
no dice nada.
Ramón,
siempre en el mismo bar esquinero
mirando por la misma ventana.
Más anaranjadas están las naranjas en el cajón de frutas
bajo la lluvia y la lluvia les dice obscenidades sobre la piel…
seducidas enamoradas entregan sus jugos a las gotas frías.
Los enanos del jardín, duendes irlandeses,
bailan cuando nadie mira
beben buena cerveza negra Guiness, de la mejor…
Los enanos del jardín aman estas mañanas tan frescas.