No llevarás luto por mi

No llevarás luto por mi, Hija de Puta.

No estarás a mi lado cuando me llegue la hora.

No sentiré tu boca húmeda sobre mi frente y en algún lugar bien lejos, como siempre, te lamentaras de tu suerte y seguirás egoístamente en lo tuyo…

No llevarás luto por mi.

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Ser sin ser

‘Entonces descendió a su memoria, que le pareció interminable.’
Jorge Luis Borges.

1
Amanezco con las campanadas que los zanates dejan en mi ventana.

2
Dejo en la almohada El Ayer y en el baño todos mis fracasos.

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Soledad padre

¿Debo ocultar que también en este Día del Padre estoy solo?…

¿Debo volver al brandy nocturno en la mañana gris?

¿Debo mañana dejar como James Dickey la publicidad y dedicarme a vivir de la poesía?

¿Debo asumir que hoy es un domingo comercial y que no me importa que mis hjos no estén a mi lado?

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Spleen oxidado

Todo. Absolutamente todo lleva tu perfume.
Las secuelas de tu ausencia.
El reto compaginado de tus párpados.
La inmisericorde campana de tu abandono.

Todo me envuelve a la que amo.
A la que está y no está.
Llámese como se llame.

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Tango flor

Una vez más no estás.

Una vez más tu abandono me llega por el Atlántico, entre islas pobladas de espanto, donde el sol cabalga desnudo por las piernas sublimes de la mar.

Una vez más tu ausencia me crece hasta ahogarme.

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Coloristas

Hay en ese bosque de Cezanne
la impresión de que ese bosque no está
ni estuvo.
No porque sea sueño, trama de sueños,
sino porque ha sido pintado en parte en
una tela,
en parte en la nada y -en gran parte-
en el lugar donde vimos un bosque.

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High Noon

Plantas que hubiere en el corazón,
magnolias, olmos, paraísos,
gomeros, enredaderas, filodendros,
chopos, sauces, cedro blanco,
sombras que hubiere de ellos.
Arrasado fue todo y recreado.
Nadie cabalga el horizonte y llueve
sobre un pino, un vaso, un pajarito,
la selva que invade los caminos.

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Paisaje con autor

Vivió una escenografía de libros abandonados,
un televisor encendido después de la transmisión
y cigarrillos sin terminar.
Procuraba mirar de frente los objetos:
las roturas del asfalto o las plantas de un acuario.
Pensó en los objetos, soñó con objetos,
vivió rodeado de objetos sin traducción.

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Abuelos (I)

Es plateada y violenta, suele apagar las luces
detrás de los que salen de las piezas.
La silla que se inclina y la dama de noche
conversan de presagios
una voz de comadre sentenciosa
sabe darle esa aureola de autoridad doméstica
llegar al corazón de las carnes más tiernas
recoger los oficios para hacerlos cantar
y rezar y besar, tiesos libros de nácar
medallas que pendieron de los pechos visibles
de sus antepasados
o pequeños recuerdos que alguien llevará atados
en la piel que recubre la emboscada.

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Abuelos (IV)

A veces la pensaba como recostada
en un nido salvaje, llevándonos a todos
en tiempos en que el agua era limpia y
corría por las alcantarillas hasta llegar al río.
Fue la última vez que entró a la casa
que le vi las arrugas en reposo
tan cerca como nunca
estiradas y quietas para siempre.

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Amantes (IV)

Al cerrar el botón del monedero
esa mujer hablando de los otros
tropieza con los nombres
que apretaron el brillo de su vestido rojo.
La interrumpen reproches en voz baja
golpes de la otra vida
papas apio cebollas que guarda el mosquitero
una mano que cuenta las pastillas
disueltas en el sueño
entre muecas mordidas por extraños
y el crujir de un elástico que cede
después de haber tendido la cobija en la pieza
para cubrir al náufrago y la luna.

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Carta a casa

Ayer te pensé o soñé que estabas en casa
y te pensé o soñé como eras hace mucho
bajo un cielo que era también como hace mucho
esas cosas de hombre de niño que uno tiene
te soñé como eras cuando yo no era éste
y te pensé después
y anduviste girando en mi cabeza
durante todo el día.

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Corazón

No los dejes que entren que respiren
que se levanten al aire de tu paso
que ocupen tu lugar
no los dejes voltear a esa ventana
hacia esos ojos que miraron lejos
hacia la sombra por no tener sombra
hacia esa nube que cayó sin ruido
queriendo el temporal.

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Cuerpo

Te hicieron enemigo del que llevas.
Dos siglos de enseñanzas contra tu voluntad
la mía. Dos mil años.
Ese extraño, mi cuerpo, era la sombra intrusa
que castigan los dioses del cielo y de la tierra.
El otro, oculto.
Nos ha llevado tiempo conocernos
separar del silencio la voluntad que niega
para darnos palabras de un idioma
en constante peligro de extinción.

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El lugar de los hechos (I)

En la plaza, con ojos de carnero, tocamos las
mujeres que luego se desnudan para los debutantes
en las piezas del fondo de los conventillos.
Y esa mujer que mira con unos ojos que durarán
por años, se puso boca arriba tomando uno por uno
los temblores, como si se iniciara un nacimiento,
para irse muy tarde con el bolso apretado debajo de
sus brazos, escondiendo la cara y el miedo a
nuestro miedo.

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El lugar de los hechos (II)

Llovieron muchos años de este lado
y la humedad signando la suerte de los vientos
que se dejan mecer en la trampa del agua.
Las gotas amanecen sobre el filo del vidrio rajado en
la ventana. Atrás del muro, larguísimo,
humean los carbones quemados por el tiempo
como antiguos ladrillos de la vida incompleta.

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El otro (I)

Tuvo un corbatín rojo para estar en las aulas.
Un overol de tarde para el taller que usaba
de sus manos.
Tuvo el asombro azul de aquel cielo obligado
hasta llegar la noche de madre inexpugnable recorriendo la casa con su aliento
del piletón del patio a la cocina
sin dar respiro a nadie a nada a nadie
porque es hora de izar los trapos que escurrieron durante todo el día, y entonces no hay más tiempo de estornudar toser pararse levantarse
si no es para apagar la última luz que espera
por los patios, ver madrugar los hombres que saldrán saludando con un gesto
todavía en voz baja y abrigados.

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El otro (II) (viendo vivir)

Esperarás aquí y aprenderás –le dijo
de los hombres que se mueven de un lado para el otro suben forzados bajan de un sótano a otro sótano como cojos ligeros ¡uuupa! gritan al paso de sus manchas de sangre y aserrín.
Hace frío sobre ese piso lejos del techo,
las cúpulas rajadas llenas de telarañas.

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El vecino Domingo

El vecino Domingo ha desollado un cerdo
adentro de su cuarto.
La sangre salpicó el marco de la puerta.
Unas gotas quedaron suspendidas en el mosquitero
hasta que se secaron con el viento.
Comimos sobre el piso quebrado por la higuera
después
las mujeres lavaron en voz baja
y los hombres durmieron vestidos a la sombra.

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