e- (de Urca*)

Alcione Clara Milton Caetano Chico María Ney
Cometas de materia luminosa

Terciopelo de Río

Suavidades en la estrellada noche
donde rueda
la falsa biografía del cautivo

Y el mar

el mar con su corona única

para sobrevivir al simulacro

en los Jardines de Urca

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f- (de Urca*)

Ruega por cardamomo, por benjuí, por canela;
en aguardiente de jengibre empapa
su pobreza de padres
Ruega en quejumbrosa instancia:
confuso monje, corazón descalzo
sitiado por los días, reminiscente, obtuso

Ruega el extranjero, niño eslabón que fuera
oscilante fantasma elusivo

Que el Can de la Piedad
al fatigado niño lo proteja

Al que se suelta de la mano
y a gritos llama a los amigos
lo proteja

Al que huye de la muerte

MADRE MUDA

lo proteja

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Flor azteca

Amigas mías
Hay una especie de hombre que no les recomiendo.
Es el hombre que ama a una cabeza
y las propiedades que la caracterizan.
Hay uno
que sólo quiere oirme hablar verme mirar
escuchar cómo escucho
comprobar cómo pienso
mientras mi cabeza completa
con rulos cerebelo y pestañas
con ideas deseos y orejas
luce como un adorno encima de la mesa.

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g- (de Urca*)

El que antes fuera hijo verdadero, el pertinaz infante
acepta el desierto
aunque haya humedades en la calle, aunque un rumor de brisa hable al oído

No hay tierra prometida en los Jardines de Urca
Su palabra de inmigrante súbito
ha de crecer en otra parte
y él
no está allá
ni acá
donde el presente
es
desgarro, tirón, hilacha,
ausencia
que se instala

Que huye de la muerte

MADRE MUDA

Ese lugar al que sin pompa llama el presente
ahora es
lo que hay
entre allá y acá

Nunca
de modo pleno allá

Nunca
de modo pleno acá

donde

Urca

abre su boca mentirosa y ofrece

UN PECHO SECO

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i- (de Urca*)

El desterrado sin ayer sabe
que la memoria es el espacio donde ocurren las cosas
por la segunda vez
Sabe
que memoria es verdad
que verdad no es olvido
y espera
-grito atado con trapos-
aprende
a esperar

desnudo, sin edad,
recorre el camino hacia atrás
para reunir bajo la luz de los Jardines de Urca
las claves de su NIÑO

Y por último el mar

que NO responde

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Lejos de casa

Lo verdadero ocurre en aguas profundas
y las palabras poco pueden con eso
Los pescadores han traído un lobo de mar
que por error o azar cayó en la red de congrios y jureles

Su cabeza ladeada hacia el este cuelga de un escalón del muelle
No respira

Tiene un fulgor lechoso en la mirada
y en un breve intervalo pasó de ser protagonista
a convertirse en obstáculo

Es un hecho fortuito
un punto irrelevante en la mañana
este lobo muerto por error o azar

Me recuerda a mi padre
el último día que lo vi.

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Soy una dama con Pasado

Soy una dama con Pasado
que ejercita
El Arte del Polígrafo

Un gerundio inarmónico
me altera
tanto
como abusar sin dolo
del adverbio

Soy una dama esclava
del Stroke
que por las noches
alberga vagabundos

Cuando despierto encuentro rastros
platos sucios
vasos
manchados de vino
el hueco de sus cabezas
en mi almohada

Cada mañana
lavo
los delicados pies del Palimpsesto
para luego lamerlos

Cada mañana
Una
de mis 40 Activas
se sienta al tablero
y juega la partida del día
con La Oscura.

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Soy una dama de Ingeniería Invertebrada

Soy una dama de Ingeniería Invertebrada

Carezco de vertebración y llevo
un Carancho parado en la cabeza

Él controla mis movimientos
y aunque no pienso más que en rebelarme
la amenaza de sus fornidos tarsos
me disuade

Así vivo

No puedo dar rienda suelta
a mi Veta Creadora
porque el emplumado
me vigila

Soy su prisionera y me desea quieta

Es mi Síndrome de Estocolmo
y yo su Krrok

Cuando estamos a solas me pide
tranquilidad

Dice que
ningún daño le ocurre
al Puro de Intenciones

Yo lo escucho y descreo

Se parece al médico
que no gasta
su tiempo
en enfermos.

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Soy una dama Insomne

Soy una dama Insomne
que trajina sin pausa

Una estructura compleja
que colapsa los sábados

En la vigilia hago planes

Trabajo
con la
Imaginación

Le temo al Deterioro

La Realidad me abruma

El Hábito del Indolente
es mi castigo

Soy
la que
por las noches
come
ansias.

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Soy una dama que oscila

Soy una dama que oscila
entre la Implicación
y la Distancia

Una Curruca de los Juncos
que teje argumentos

Cuando niña
bebí
La Leche del Materialismo

Hoy vivo
entre las cuatro
paredes
de mi Imaginación
y hago chanzas
sobre la delgadez
de mi Espíritu

Tengo un mundo
y también
está
en
guerra.

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Atenuante

Debemur morti, nos nostraque.
Horacio

La ostra,
este molusco ignorante, impasible,
este pez de boca cartilaginosa
que navega hacia la isla
y los austeros acantilados de basalto,
están sujetos a la muerte.
También el hombre y la mujer que en la playa
miran la estela del esquife.

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Caballo de Guernica

8

Lluvia de la mañana, insuficiente
para empapar el pan: tan sólo lluvia
al corazón, al que yace en la hierba.

No es tanto mi dolor: apenas tiene
los años enfermizos de una infancia.

Tristeza de peste leve
que no horada la carne: llaga indigna
de compasión, de limosna o milagro.

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Casi tango

Siempre fue viejo —a mis ojos— mi padre
—no sé si por su innata pasión por el tango
que en mi infancia aborrecía, por el sencillo
hecho de ser mi progenitor o por otras
razones que ya no comprendo—. No obstante era
mi padre entonces muy joven, crecido
tal vez por tempranas responsabilidades.

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Día de piedra blanca

Día
hecho para mí.
R. Alonso

Día mayor, día
hecho para mí, para nosotros,
alto en el gozo, redondo
con la noche que lo cierra
como en aquellas vísperas
de fiestas de la infancia.

Día de navegación, de luz,
de sábanas y peces,
de pájaros y hojas en deriva
hacia las islas, a atolones
en que es dulce perder
la patria y los recuerdos.

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El milagro

Contaba mi padre que mi abuelo tenía
un ojo que siempre le lloraba, producto
de un golpe que le dio —brutal— mi bisabuelo.
Tendría entre ocho y diez años entonces
y con esa marca vivió hasta los setenta.
Nunca supe qué falta nimia le acarreó
un castigo tan dilatado en la distancia
y el recuerdo: ese ojo lisiado que no obstante
no logró hacerlo cruel ni resentido.

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Encrucijada del recuerdo

Canto del corazón, que en la noche
poblada de mitos se une
al silencio de la llanura,
al sueño de los potros, a la vigilia
de las aves de los campanarios:

en esta encrucijada del recuerdo
que llamamos infancia,
vuelve tu confusión de aguas y tierras,
de tiempos de aprendizaje, de tiempos
de visitación y vendimia.

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Hermoso es estar vivos

¿Qué otras palabras darte —te escribí— que no fuesen
las más sencillas, las más apartadas
de estas otras, entornos de las cosas?
De los dos fuiste siempre la que hería el silencio,
yo el que no deseaba rebajarte a una voz
—lo recuerdo: no sé si en el crepúsculo
de la mañana o la tarde me decías
Qué hermoso es estar vivos—, yo el que nunca quería
nombrar más que las cosas que he perdido: el olor
de la primera fogata que el viento
de marzo dispersaba, un perro que dormía
en una puerta junto a un pan, la calle
de un suburbio endomingado.

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isla matutina

Nacías de continuo, isla matutina,
aún no arraigada al fondo de este río,
para acrecentar el verano y nuestros mitos,
entre vuelos de aves que emprendían
sus tempranas migraciones, en las noches
de serenas aguas aluvionales.

Día a día celebrábamos tu nacimiento, la botadura
de las naves recién calafateadas,
los viajes a las provincias extranjeras;
la fundación de un templo, de un gobierno; la luz
de un nuevo astro descubierto por los astrónomos;

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Sobrevivientes

Se congregan junto al fuego de la playa
y la hoguera se extingue con los primeros atisbos de la aurora.

Luego duermen hasta que el mediodía
los despierta con una extraña confusión
de sol tórrido y brisa marinera.

Pasan las horas de la tarde
contemplando el flujo y el reflujo de la costa
o se van a los acantilados a contemplar el panorama
de la bahía, el arribo del utópico buque que los rescate.

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