El viaje eterno

Triste Khayyám, tu cuerpo es una tienda,
y el alma que la habita es su Sultán;
su horizonte, desierto y más desierto;
la Nada, su final.

Cuando el Sultán la tienda ha abandonado
sepultureros a destruirla van,
y a alzarla en otra etapa del viaje
que no acaba jamás.

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El telar de la ciencia

Fabricante de tiendas fue tu padre,
y tú, Khayyám, ingrato al noble oficio,
tras no sé qué ignorado beneficio,
tiendas de ciencia te pusiste a hacer.

La Parca con sus fúnebres tijeras
cortó en pedazos tu telar flamante…
y luego, un baratero trashumante,
«Por lo que den» los hubo de vender.

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Lo que pasa

¡Qué raudo el tiempo pasó
de la ardiente adolescencia!
La primaveral esencia
del placer se evaneció.

De la Juventud el ave
de plumaje bizantino,
¿Quién sabe cuándo aquí vino?
Y cuándo se fue ¿quién sabe?

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Vida beata

¡Oh, mil veces dichosa
alma del que pasó desconocido,
que el djubeh del magnate no ha vestido,
ni del soldado la derreh nudosa,
ni del Sufi la estola pretensiosa!

¡Ah! pero él fue como el Simourg sagrado
por el ideal al cielo levantado,
en vez de sumergirse en las neblinas
del mundo, como el búho entre las ruinas,
y ser por sus escombros aplastado.

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Fariseísmo

Sé de ignorantes que jamás pasaron
una vigilia en pos de una verdad,
y más allá de sus carnales muros
un solo paso no dieron jamás.

Pero son ellos los que visten toga
y en aire de señores graves van;
y son ellos los viles detractores
del Puro, a quien jamás comprenderán.

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Ofuscación

Toros los que a la tumba han descendido,
en cenizas o en polvo se han disuelto;
sus átomos sin liga, se han revuelto,
y aquí y allí dispersos se han perdido.

¡Ah, Señor! ¿qué diabólico brebaje
es éste que los hombres han libado,
que en locos sin remedio se han trocado
para ofuscarse más en su miraje?

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Perlas e ideas

Y ahora me voy a marchar,
y será triste este día:
de cien perlas que tenía
sólo una pude engarzar.

¡Ay! de la vida al través,
las ideas por miriadas,
del hombre, deja ignoradas
la ceguera o la estultez.

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El veneno y el antídoto

De este viejo Khayyám oye el consejo:
Busca siempre del sabio la amistad;
de los que viven en honestidad
sea la vida para ti un espejo.

Que la distancia de la tierra al cielo
te aleje del estulto e ignorante,
y la luz de tu fe vaya delante
para alumbrar las rutas de tu vuelo.

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Problema insoluble

Pusiste en mí pasiones indomables
y un deseo tenaz que me devora;
su imperativo impúlsame a saciarlas,
pero lo vedan tus sagradas normas.

La pobre humanidad vacila y gime
entre los dos extremos de tu dogma:
Tú le prohíbes derramar el vino,
¡pero le ordenas inclinar la copa!

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Lo fugitivo y lo eterno

Si quisieras escucharme
te podría aconsejar:
Sabes que la ciencia mía
es de verdad.

Mira, no vale la pena
de revestir el talar
manto de la hipocresía,
que es falsedad.

Vé que no tiene comienzo
ni fin la inmortalidad:
no vendas por un instante
tu eternidad.

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Injusticia y desigualdad

1
¡Oh, qué dolor que en este horno candente
donde se ha de fundir la masa humana,
sean los crudos más favorecidos
con el pan más cocido de la hornada!

Y que en este taller de forma y peso,
donde cada uno su porción aguarda,
sean los incompletos los que lleven
la más completa dote de la fábrica.

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Moisés y Jesús

Llegó el instante en que la tierra entera
va a adornarse de gracias y verdura,
y de Moisés por entre la espesura
la mano evocará a la Primavera;

En que, animados del divino aliento
De Jesús vivo que en los campos yerra,
van a surgir del fondo de la tierra
los retoños, al sacro encantamiento.

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Pecado y perdón

¿Por qué tanto llorar por tu pecado,
sabio Khayyám? ¿Qué suerte de consuelo
halla tu alma en arrojarte al suelo
en un auto-tormento así extremado?

Tú sabes, por tu ciencia y tu cordura,
que el perdón tras la culpa gustarías:
¿Cómo, pues, sin pecar conocerías
del Perdón la eucarística dulzura?

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Sordos y ciegos

¡Oh, eterna tragedia humana!
En pos de Ti el mundo entero
corre, indaga y peregrina
por mares y por desiertos.

Los derviches y magnates,
con su oro y sus privilegios,
no han podido aproximarse
hasta tu divino asiento.

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Vuelo inútil

Tuve un Edén, de mil que el cielo encierra,
sin cuitas y sin dudas ni temores;
y un día, ansiando ver cosas mejores,
como un halcón lancéme hacia la tierra.

Mas ¡ay! desde que aquí llegué, perdido,
solo, con los secretos de mi ciencia,
no hallo alma digna de mi confidencia…
y huyo de nuevo por donde he venido.

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Círculo vicioso

¡Oh, rueda eterna del cielo
que no para un solo día,
cómo tu voltear me hastía,
cómo mi descanso anhelo!

En vano mi ciencia apuro
por librarme de su giro;
en vano a esa dicha aspiro
y al mismo Creador conjuro:

Rebelde a mi condición,
ni mi ciencia es suficiente,
ni puedo infinitamente
seguir esta rotación…

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La gota de agua y el océano

La gota de agua del mar,
desprendida y solitaria,
en playa inhospitalaria,
triste se puso a llorar.

El Océano al sentir
tan tierna lamentación
de aquella separación,
la piedad le hizo sonreír.

-«Hija mía, entre los dos
hay una sola unidad,
y sobre esta inmensidad
no hay más grandeza que Dios.

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La caída de las hojas

EL aura primaveral
despierta al jardín, mimosa,
y el ruiseñor, por la rosa
entona su himno nupcial.

Bajo la aromada sombra
de los tupidos rosales,
en las horas estivales
reposa en la muelle alfombra.

Sus pétalos al caer
sobre ti, te irán diciendo:
-«Como tú, vamos volviendo
hacia donde fué el nacer».

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¿Y después?

Que a esta vida la has vivido
piensa, como lo has querido:
¿Y después?

Imagínate, confiado,
que tu hora última ha llegado:
¿Y después?

Que cien años transcurrieron
y tu plena dicha vieron,
sin pesares, sin enojos,
y al colmo de tus antojos:
¿Y después?

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Represalia

Anoche, en un arrebato,
después de vaciar mi vino,
en las piedras del camino
rompí mi copa, insensato.

Era la embriaguez, por cierto,
la que tal acto inspiró:
Mas lo que la copa habló
me dejó de asombro yerto:

-«De tu misma esencia fuí
y tú de mi esencia fuiste;
lo que tú de mí hiciste
el Destino hará de ti».

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¿Qué hacer?

I
Armado de albedrío y de razones
guerra sin tregua libro a mis pasiones:
¿Qué más hacer?

La aguda espina del remordimiento
de mis actos, aguza mi tormento:
No sé qué hacer.

No cesa mi conciencia de acusarme,
ni cesa tu piedad de perdonarme:
¿Qué debo hacer?

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Mi último amigo

Yo mismo cerré la puerta
que siempre mantuve abierta,
del pecado,
y libre de aparcerías
y de infieles compañías
he quedado.

Y después de mi castigo
sólo me quedó un Amigo
para amar:
A Él puedo sin opresiones
mis más puras ideaciones
revelar.

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Transubstanciación

Mira esta copa transparente: era,
antes de modelada, ruda arcilla,
y revela al trasluz la maravilla
de un alma en sus entrañas prisionera.

De magos y rabinos en la idea,
con los blancos jazmines la comparan,
de donde en mística eclosión brotaran
las sanguinosas rosas de Judea.

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La sombra del astro

Oh, alma, si te vieses en libertad, un día,
de las cadenas de la carne vil,
¡con qué diáfana albura tu esencia irradiaría
entre las rosas blancas del místico pensil!

Sólo así fueras alma, en toda la pureza
de la gracia en su etérea plenitud,
y al firmamento irías de la inmortal belleza,
a ser la nueva Estrella, la estrella Excelsitud.

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La visión de lo eterno

Porque del vino la ilusión te ofusca
te dan pavor la muerte y el olvido,
y el rayo de oro nunca has percibido
del sol eterno que tu alma busca.

Ni ves en tu incurable ceguedad,
que en ese abismo que tu miedo inflama,
con nueva savia la robusta rama
florece ya de la inmortalidad.

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El heraldo del sol

Ayer, antes que el Alba despuntara,
en compañía de la Amiga leal
y de una copa de rosado vino,
me hallé junto a un torrente de cristal.

Frente de mí la copa, concha fina,
Cuya fluida perla un brillo tal
esparcía, que todo el firmamento
quedó envuelto en un nimbo sideral.

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Lo único eterno

Abre para mí tu puerta
pues Tú sólo abrirla puedes,
porque Tú sólo concedes
la gracia de verla abierta.

Tú el sendero me mostraste
de llegar a redimirme:
Y si no puedes abrirme,
¿para qué a Ti me llamaste?

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Final vanidad

En este instante de mi triste vida,
cuando mi corazón aun late y siente,
que todos mis problemas y mis dudas
resueltos han quedado, me parece.

Mas cuando llamo mi razón a cuentas
y en análisis hondo se sumerge,
no tardo en ver que todo ha sido humo,
y que la noche a circundarme vuelve.

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