Así surges del agua,
blanquísima,
y tus largos cabellos son del mar todavía,
y los vientos te empujan, las olas te conducen,
como el amanecer, por olas, serenísima.
Así llegas helada como el amanecer.
Así la dicha abriga como un manto.
Poemas cortos
Una tarde con árboles,
callada y encendida.
Las cosas su silencio
llevan como su esquila.
Tienen sombra: la aceptan.
Tienen nombre: lo olvidan.
Me empiezan a desbordar los acontecimientos
(quizá es eso)
y necesito tiempo para reflexionar
(quizá es eso).
Se ha desplomado el mundo.
Toca el Apocalipsis.
Suena el despertador.
Los muertos salen de sus tumbas,
mas yo prefiero estar muerto.
Vulnerado cerco los olvidados diálogos; corteza
en sentenciadas voces. Acerbo eco; último sueño
regresando a su orilla más confín.
Rotundo gesto
cruzando el luengo litoral, andino, el rojo curso:
ríos descendiendo de la nieve a su tragedia.
Innominada riada (rostros) adiosando la corriente.
En dos prisiones estó
que me atormentan aquí:
la una me tiene a mí,
y a la otra la tengo yo.
Y aunque de la una pueda,
que me tiene, libertarme,
de la otra que me queda
jamás espero soltarme.
Nació una flor al pie de unas
ruinas donde no la vio nadie:
el sol no más, desde su eterna altura,
supo que aquella flor vivió una tarde.
Así fue mi destino; vegetando
en la aridez de amargas soledades,
oculta en su dolor, vive mi alma.
Pues tal vez
todo resulte,
sencillamente,
un inmenso malentendido lírico.
Ya no vale la excusa del perfil abierto
para sepultar la carne arracimada,
ni someterse al ritual
salvaje de las evidencias.
Sobre todo cuando es ocioso
cumplimentar los expedientes de crisis
en la mañana intacta,
y el escorzo infantil con que olvidar
la nieve se te ha quedado solo
en el bolsillo.
Obligados a abandonar
muchos sueños ya rotos para siempre,
con rotunda claridad,
velan los ojos.
Prácticamente
sólo se ha quedado la playa con un catálogo
de aves y castillos,
por el que la lluvia estaría
encantada de ofrecer una considerable recompensa.
Puestos a desmitificar
los elementos románticos que acompañaron
aquella pequeña historia,
deberías obligarte a vaciar de recuerdos
las calles sombreadas por la lluvia
y el cansancio.
Libre al fin
de la tarea harto fatigosa
de encajar perfectamente en los axiomas aprendidos,
sometido al número siete,
palpita muy cálido el corazón.
Porque se llama Manuel
y Machado se apellida,
en su verso Muerte y Vida
juegan partida y nivel.
¿Quién vence? Tablas. Y él,
banderillero de Apolo,
supo, cantó y está solo:
ese poeta chapado
que se apellida Machado
y le llamaban Manolo.
El vals llora en mi ojal
Silencio
En mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos
Nada más
Dejar la cabeza
sobre la mesilla
Y dormir con el sueño de Holofernes
Azor, Calatañazor,
juguete.
Tu puerta, ojiva menor,
es tan estrecha,
que no entra un moro, jinete,
y a pie no cabe una flecha.
Descabalga, Almanzor.
Huye presto.
Por la barranca brava,
ay, y cómo rodaba,
juguete,
el atambor.
Habrá un silencio verde
todo hecho de guitarras destrenzadas
La guitarra es un pozo
con viento en vez de agua.
Es la lluvia, la hormiga que asciende lenta
en la hoja intemporal;
es la hoja, la lluvia que moja
el negro paraguas;
es el paraguas,
la sombra donde crece el delgado tallo;
es el tallo,
el fulminante verde que amanece en mis ojos;
son mis ojos, los creadores de la página;
es la página,
el epitafio de las letras;
es la letra,
el caos de mi nombre.
¿Cuál es la niña
que coge las flores
si no tiene amores?
Cogía la niña
la rosa florida.
El hortelanico
prendas le pedía,
si no tiene amores.
Cuando la virgen bendita
lo parió,
todo el mundo lo sintió.
Los coros angelicales
todos cantan nueva gloria;
los tres reyes, la vitoria
de las almas humanales.
En las tierras principales
se sonó
cuando nuestro Dios nasció.
Aquel camino, desde la montaña,
con la hemorragia larga
de su barro,
baja,
poquito a poco,
hasta la botica aldeana.
El camino, después ¿o el río?,
ya detrás de las casas
y ya envuelto
en blancas
vendas lúcidas.
¿Adónde voy
después de la renuncia?
Sin tus ojos
sin los hijos
sin el árbol de mi patio
sin mi perro
sin un nombre
ni un camino
¿Quién seré?
Aprendí todo de memoria
hasta el camino a ti.
Hoy
aquella joven se casó.
Mañana
seguramente se cortará
el cabello
se pondrá pantuflas
y será tan vieja
como su mamá.
Luego que chupó vinagre, dijo TODO ESTÁ
CONSUMADO
Te llevaste la almohada
que te regalé el día de navidad
el televisor
un par de libros
tu ropa.
De ti me queda, en la cama
el ligero olor de tu perfume
a punto de desvanecerse.
compré una botella de champagne
¡Ilusa yo!
el viaje me hizo creer
que a mi vuelta
tú y yo, otra vez.
La botella está en la refrigeradora
helándose.
A veces se asola, dijo la mujer.
¿Asola? pregunto.
Desaparece, se corrige sonriendo.
Acá decimos asola
cuando las lanchas regresan vacías del mar.
¡Ah! Se asola. Se asola.
Y pienso en él.
Y pienso en mí.
Señora, un Álbum cuando yo me río
por la extraña y ridícula manía,
de escribir en los Álbumes poesía
teniendo tan mal genio como el mío;
ya que no encuentre consonante en ío,
ya que no acierte a rematarlo en ía,
un dolor soberano de cabeza
me ha costado escribir esta simpleza.
EN UN ÁLBUM DONDE QUERÍA QUE LE EXPRESARA QUIÉN FUE EL INVENTOR DEL ÁLBUM
¿Quién inventó la poesía?
Y ¿quién los Álbumes hizo?
A la primera el demonio,
a los segundos su hijo.
Al recobrar la que lloré perdida
prenda de la amistad, con tanta pena
del hallazgo dichoso me enajena
el contento más dulce de mi vida;
Yo juré recobrarla, aunque escondida
del desierto se hallase entre la arena;
juré por tu bondad y tu hermosura
y la suerte cumplió mi ofrenda pura.
Ardientes luciérnagas cruzan
los caminos más oscuros.
Ama la soga que te
hiere el cuello
y el esparto será
pálida luz de luna
fluyendo por tu espalda.
Un relincho de fuego
prolongado, ululante
fue la tarde.
Debiste ver el mar
curvar su lomo antiguo
como el de un gran centauro,
desbordante de espumas
bajo la fresca noche.
¡Qué sabia oscuridad!
El sol nos ciega más
que esta dulce tiniebla
tan grata al corazón.
EN UN ÁLBUM POÉTICO PARA UNA NIÑA QUE SE AHOGÓ EN EL MAR
Tú pensaste que el mar era tu cuna
y te adormiste en él tranquilamente,
no ha sido para ti poca fortuna
despertar en la gloria de repente.
Duerme, Niño, el sueño blando
en esta cuna escondida,
aunque tu madre llorando
por tu existencia llamando
quiera volverte a la vida.
Porque en la noche sombría
de nuestra vida ilusoria
no has de encontrar, alma mía,
la luz del eterno día
que has encontrado en la gloria.
Yo elijo la postrera de tus hojas,
yo voy a anticipar tu despedida;
ya blanco libro, que mi nombre alojas:
sabes cuál es tu término en la vida.
¡Ay! si también pudiera el alma herida
anticipar el fin de sus congojas…
yo de mi juventud saber quisiera
qué nombre hay en su página postrera.
En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.
Se suicidó
la estatua del dictador.
La estatua vivía en el centro del estanque.
Una noche de viento
la estatua se lanzó al agua.
La estatua del dictador
murió ahogada.
Sólo las gaviotas la echaron de menos.
Marinero sin tierra
náufrago sin velamen
huérfano de puerto
nave sin timón.
Rodeado de agua y sediento
rodeado de pescado y hambriento
rodeado de olas y sin saludos
rodeado de dólares y desnudo.
Del íntimo del alma agradecida
una voz exhalar sólo quisiera,
una voz tan profunda y tan sentida,
que cual yo me conmuevo, os conmoviera;
pero a bondad tan dulce sorprendida,
yo no puedo cantar por más que quiera;
y temblando y confusa en este instante
no encuentro ni una voz, ni un consonante.
Empezar por la página primera,
capricho inútil de los hombres es,
pues ha de ser del Álbum la postrera.
Si se toman los libros al revés.
El primero que el Álbum haya abierto
puede en verdad decir que lo empezó;
pero nadie dirá, con dicho cierto,
que pone fin en donde empiezo yo.
No soy bueno ni malo ni bueno
Soy irresponsable,
como un niño que al salir
se mete el sol
en un bolsillo agujereado.
No vuelvas,
mejor no vuelvas.
Si lo haces,
me consumirá la pena,
arderé de rabia
y moriré de celos.
Porque yo sé
que si tú vuelves,
si alguna vez regresas
será por mil razones
pero no será por mí.
Estoy llegando
muralla arriba de mi voz,
a comprender la noche
en medio del milagro.
Multitudes de sombras
paralelas al sueño del otoño,
extinguen la perdida
meditación del fuego.
Sólo duele la paz ardiendo,
y ardo.
Tu castigo será
saber que yo he sufrido
Tu castigo será
verme sufrir
Serás quién,
desde la otra orilla,
me extienda su mano
sobre el abismo
Para que yo la rechace
y la vuelva a implorar,
cuando ya te hayas ido.
Ayer te busqué
en ese asiento vacío
del avión
en ese asiento vacío
del parque
en ese asiento vacío
del vestíbulo
en ese asiento vacío
del taxi
en ese asiento vacío
del comedor
en ese asiento vacío
de mi cuarto.
Me atreví a archivarte
y te archivé
en la t de testimonio.
Época de tu época
respondona en silencios
mezquina en altitudes
valle de quehaceres
para develar tiempos
en que mejor
es no hacer nada.
Mentira:
el perfume
la voz
el encaje
la mujer de plástico
flor y ángel.
Verdad:
esqueleto y piel
angustia
pensamiento
eterna herida
inacabada.
A Hilda, mi centaura.
Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.
Muchacha imperfecta busca hombre imperfecto
de 32, exige lectura
de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma,
b) toda su piel liviana
para los besos, c) mirada
verde para desafiar el infortunio
de las tormentas;
no va a las casas
ni tiene teléfono, acepta
imantación por pensamiento.
Bonito el color del pelo de esta señorita, bonito el olor
a abeja de su zumbido, bonita la calle,
bonitos los pies de lujo bajo los dos
zapatos áureos, bonito el maquillaje
de las pestañas a las uñas, lo fluvial
de sus arterias espléndidas, bonita la physis
y la metaphysis de la ondulación, bonito el metro
setenta de la armazón, bonito el pacto
entre hueso y piel, bonito el volumen
de la madre que la urdió flexible y la
durmió esos nueve meses, bonito el ocio
animal que anda en ella.
Hay demasiadas cosas
de las que preocuparse,
siempre distintas, siempre imprescindibles,
y nunca se termina,
y apenas se respira… Y además
está el muchacho que jamás nos mira,
la chica que no sabe que la amamos
Y Platón predicando represiones…
Y a esto le llaman vida…
La radiografía acusa animal rítmico, longevo
irremediable. Adiós
fanfarria y no es que estemos
a salvo pasado el peligro del dos mil:
el argumento de las células es otro, el
espejo es el mismo pero vamos a ver la cara,
la nariz, la perversión de la cara,
los ojos encaramados ahí.