Crecí nativa de laureles abiertos
y figuras de sombra.
Aún ahora,
tras las verjas de nadie me levanto.
No imagináis mis manos de silencio,
mi ronco corazón de sombra ante el salvaje
jardín de mansa arena estremecida,
mar que pesa desde el viento,
lluvia,
y en esa voluntad de luto próximo
comenzar.
Poemas españoles
Y tú me habías llamado aquella tarde,
a la hora de las piscinas,
cuando cualquier palabra se convierte
en una profanación.
Y habrías preferido
una merienda llena de veranos
(a la hora de la masturbación de las princesas)
cuando el escondite regresa a los jardines,
y las niñas se guardan insectos en el vientre.
Tú que cruzas las revueltas
Ondas del mar,
Oye el eco que te manda entre el aura
Mi cantar.
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Eco triste y melodioso que se pierde
En derredor,
Eco que del alma brota, cual un grito
De dolor.
Soñé, y en la dormida inteligencia
Vi al humano, con ansia desmedida,
Buscando los principios de la vida
Y dudando a la vez de su existencia;
Vi al ocio revestido de prudencia,
Vi la igualdad tornarse fraticida,
Vi la diosa Razón entumecida
Y en el caos a Dios y a la conciencia.
Paróse ante las puertas de la vida
Un inocente niño
Y preguntó: “¿Para encontrar caricias,
Flores, arroyos, pájaros y nidos,
Me pudierais decir por dónde marcho?”
“No conozco el camino:
Más adelante encontrarás un guía,”
Le respondió el Destino.
¡Igualdad! ¡Casta virgen que aparece
Revestida de mágicos fulgores,
Y que ofrece a los hombres sus amores
Mientras el alma en la ilusión se mece!
Su vaga forma ante la vista crece,
Les invita a luchar por sus favores,
Y apenas se proclaman vencedores,
Cuando al irla a tocar, desaparece.
¡Ya ha muerto! En los abismos del olvido
lo sepultó el rodar de nuestra esfera:
¡polvo queda no más, sombra ligera
de todo aquello que en la tierra ha sido!
El tiempo se lo lleva confundido
Con mil años y mil ¡quién lo dijera!
¿Qué es la luz? El beso de las constelaciones
a través del espacio; el saludo de la humanidad
por medio de la historia; el triunfo del amor
sobre el egoísmo. ¡Oh, luz, bendita seas!
La caridad es la única virtud que puede transformar
La tierra en morada de ángeles.
Entre olas de placeres y dolores,
Luchando siempre, sobre el mundo avanza
La humanidad, siguiendo a la esperanza,
Astro que irradia ardientes resplandores;
Cantan sus muchedumbres mil primores,
Y cuando piensa que lo eterno alcanza,
Se inclina de la muerte la balanza
Y se hunden en la sombra sus amores.
¡Oh ¡ libertad, fantasma de la vida,
Astro de amor a la ambición humana,
El hombre en su delirio te engalana,
Pero nunca te encuentra agradecida.
¡Despierta alguna vez! Siempre dormida
cruzas la tierra, como sombra vana:
Se te busca en el hoy para el mañana,
Viene el mañana y se te ve perdida.
Templa su fuego el sol bajo el nublado;
Las nieblas rompen sus tupidos velos,
Desciende la lluvia, y arroyuelos
De límpido cristal recoge el prado.
Pájaro amante, insecto enamorado,
Sienten, última vez, ardientes celos;
Marchan la golondrina y sus polluelos;
Se adorna el bosque de matiz dorado.
Una nube sombría
cruza el espacio,
yo me llamo tristeza
va murmurando;
soplan las auras
y sus negros crespones
se desparraman.
_____
Otra nube muy blanca
volando llega,
yo me llamo alegría
dice á la tierra;
soplan los cierzos
y sus leves cendales
van esparciendo
______
Y la blanca y la negra,
veloces pasan;
á una llevan los cierzos
y á otra las auras;
penas, placeres,
son nubes de la vida;
¡dejad que vuelen!
Se sube y quedan valles y cañadas
En rincón apacible y escondido;
Se deja, abajo, la quietud del nido,
Se busca, arriba, abismos y emboscadas;
Al fin de penosísimas jornadas
Se llega, si el cansancio no ha vencido,
A ventisquero por el sol bruñido;
A rocas por el rayo quebrantadas.
Canción
Ya se escucha en las orillas
El rumor de la marea;
Vendavales de dolores
Traen sus olas turbulentas.
Son lamentos y sollozos de incontables muchedumbres,
Que sufrieron el martirio bajo el yugo de la fuerza;
Viene henchida de agonías;
¡Ya se acerca!
La envidia, en sus negruras repugnantes,
Tiene también su mérito, y su alteza,
Y lleva un sello de inmortal grandeza
Cuando alienta en el pecho de gigantes.
¡Quién sabe si el Quijote de Cervantes
Fue una sonrisa amarga de tristeza
Al ver rendida su genial cabeza
Entre tantas de imbéciles triunfantes!
A mi madre, Dolores Villanueva, viuda de Acuña,
aquí yacente desde 1905.
Ya estoy contigo, madre; nuestras vidas
caminaron por sendas diferentes,
llegando, al fin, cansadas y dolientes,
á dormir en la muerte, confundidas.
Por filial y materno amor unidas,
queden en paz eterna nuestras mentes,
cual dos opuestas ramas ó corrientes
de un solo tronco ó manantial nacidas.
A mi buena amiga Ricarda Valenciaga de Bonafoux
En la orilla del límpido arroyuelo,
sobre el verde tapiz de la pradera
te engendra la risueña primavera
cuando aún la escarcha se transforma en hielo.
Perfumado y erguido, desde el suelo
presta aroma á la brisa placentera,
y la pintada mariposa espera
libar su cáliz para alzar el vuelo.
Cuando la muerte tienda sus alas
sobre las sienes de mi cabeza,
y con sus duros labios de esfinge
bese mi frente pálida y yerta.
Cuando en sus brazos llegue a enlazarme,
y mis oídos oír no puedan,
y mis palabras no hallen sonidos,
y mis pupilas se queden ciegas.
El día terminó; la noche llega;
he sentido, he pensado y he llorado;
amé y odié, pero jamás ha dado
asilo el alma á la pasión que ciega.
La fé en el porvenir mi ser anega;
constante y rudamente he trabajado;
sufrí el dolor con ánimo esforzado
y sembré mucho, sin hacer la siega.
Raro capricho la mente sueña:
será inmodesta, vana aprensión.
Tal palabra
no me cuadra;
su sonido
a mi oído
no murmura
con dulzura
de canción;
no le presta
la armonía
melodía
y hace daño
al corazon.
Llegaste a mí adoleciente
de ternuras, la voz adelgazada
por plegarias de todos los albores.
Y no supe qué hacer con tu candor.
Había tanta luz,
tanto secreto río,
tanta fecunda hoguera,
que cegué de belleza.
Luego, a tientas,
posé mi mano en tu costado,
recliné mis efigies por tu frente
y quedé, en claridad,
extática la vida.
He desandado el corazón. Benigna
lluvia: ceremonial ungido desde
un noviembre lejanamente siendo
??¡insólita belleza viva!??.
Hoy una luz fugaz,
un rayo sacro, lo ilumina:
Dios te creó al ver en sus espejos
esta manera con que yo te amo.
En mi carne sin tiempo: tacto, fuego,
brillos inmarcesibles.
Añafiles
desde mis altas torres lo pregonan,
Héspero lo pregona, más tus labios.
Aquí el instante, río de agua negra,
allí la mar, opalescente el mar.
¡Mi sangre, tu materia, la Materia!
Soñar en ti para crearte,
alzarte puro.
Ignoran las odas, las danzas,
el alto fuego de mi lengua honda,
las brasas tiernas del lujoso anhelo.
Ignora Eros mi fulgor:
amar como rocío en rosa
para esplender, brizar tus ecos
con gestos nuevos: mansedumbre;
otorgarte tu esencia, tu dosel.
Ahora que
no estoy contigo,
que no estaré
contigo nunca
más,
es bueno que
te diga varias cosas:
te engañé
un montón de veces
con algunos hombres
mucho más jóvenes
que tú
porque sabía que
eso era lo que más
te dolía,
y lo volvería a hacer
créeme
-te lo aseguro-
que fue uno de
los momentos
más felices de
mi vida.
Con mis amigas
todas juntitas
-en los cumpleaños felices-
nos bajábamos las bragas
y meábamos los tiestos del balcón,
meábamos todas las plantas,
hasta los infectos geranios.
Abajo, en la calle, la gente
nos insultaba,
nos llamaban guarras
y de todo.
Conozco a un tipo
bastante vulgar, que
dice ser un
buen padre.
Es de esos que
se levantan
y trabajan,
aunque sólo para
medrar
un poco más
en la escala
social.
Una vez en casa
se vuelve cruel, duro
y egoísta,
y también amenazador.
El telediario; la voz cansina del presentador
agonizando por la 2.
Y las vocecitas de los muñecos infantiles
que dan las buenas noches
a los niños menores de doce años.
Que esta noche, como todas las
demás, volverán a tener pesadillas.
Cuando nací me pusieron
una pieza de Lego
en mi mano
con una nota que decía:
sólo hay otra pieza
– de entre un millón –
que pueda encajar con la tuya,
podrás encontrarla
a lo largo de tu vida,
o no.
Recuerdo a todos y a
cada uno de mis vecinos.
No sé sus nombres
pero sé cómo pisan.
Sé que tienen miedo,
sé que son unos cabrones
que llevan una vida
miserable, y
que no salen de casa.